
Delante tanto dolor por enumeres pérdidas en este abril, demasiadas de ellas, víctimas de la tragedia ocurrida en Jet Set Club, otras, coincidentemente, por lamentables accidentes de tránsito, que; constituyen una problemática social arduo, como mujer creyente en el Padre Infinito, en esta Semana Santa me comprometo a realizar introspección espiritual, reforzar la fe y la humildad o moderación, como forma de obtener el regalo preciado: la redención.
Esta sensatez emana de ejercicios exhaustivos realizados en fin de semana pasado presente, con los que, inicio una travesía sanadora, para dejar el pasado donde pertenece, y tal cual una supernova, crear en mi existencia una arrebato extremadamente brillante y poderosa, al liberar energía que no aportan bienestar a este hermoso camino: ahíto de matices, llamado vida.
Me inspira igualmente, la exhortación que nos hace el mitrado Jesús Castro Marte, quien afirma que “solo desde la humildad se accede a la verdadera redención”. Rememorar que esta es modestia, reserva, recogimiento, paciencia; ser dócil, acatar acciones que benefician a la colectividad, desde la quietud…
Amigas, amigos, este es un tiempo de advertencia y fe, que nos insiste en que debemos abrazar la reunión llano e introspección espiritual, hoy más que antiguamente. Ver esta fiesta cristiana como una gran oportunidad para adicionalmente de celebrar la vida tangible de Jesús: “el hijo del hombre; el Mesías prometido, a quien Altísimo ofreció autoridad y reino”, solemnizar la esperanza de que, tendremos vida eterna, en cantidad, mediante la resurrección.
La evidente congoja colectiva, nos ardor a estar juiciosos. La vitalidad física, mental de la población, y social de la República Dominicana, no admite insensatez. Seamos cada día más prudentes, reflexivos…, quizás con ello, el todopoderoso: mediador, protector del universo y la humanidad, nos conceda paz. Hemos perdido de forma desmesurada, pero en el omnipresente y omnisciente, hay esperanza. “En él esperare”.
Aprovechemos asimismo, para restaurar o reforzar afectos familiares, con amigos…, de igual forma, meditar para aliviar nuestra mente, reflexionar o solo explorar nuestro mundo interior, fortaleciendo lazos con el Supremo, pero, siempre, desde la honestidad.
Créanme, somos mejores seres humanos cuando accionamos de la mano con el Divino demiurgo. Por eso, si a él tenemos que pedir perdón, ihagamoslo!, Si es a nuestros familiares, iefectuémoslo!…, estamos en tiempo. Buscar fallas, mostrar rectificación de forma sincera, exhibir esfuerzos para cambiar de proceder, no lleva a tomar el perdón; nos restaura. Sencillamente, nos hace seres sanos. Mantengámonos en oración,porque ella nos ayudará a alcanzar misericordia.