
El corregidor de Dajabón, Santiago Riverón, no solo se distingue por el sombrero de ala ancha, al estilo texano, que lleva siempre, sino por la usurpación de funciones y que en ocasiones su discurso contra la inmigración haitiana luce agresivo.
Esto se complementa con la deplorable entusiasmo contra unos menores del vecino país que encontró durmiendo en el parque del municipio.
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En circunstancia de avisar a Migración para que verificara la identidad y la condición migratoria de los muchachos, Riverón actúo contra ellos como si fuera un agente.
En la excursión de repatriación de indocumentados las autoridades no pueden incurrir ni permitir ningún tipo de exceso.
Riverón se extralimitó al hacerse cargo funciones que no les corresponden, porque lo correcto es estos casos es cosechar los muchachos y entregarlos a Migración, que es la entidad facultada para esos asuntos.