
“El político tiene que educarse a proceder como vive la mayoría de su pueblo, no como la minoría privilegiada”, afirmó Pepe Mujica el 10 de octubre del 2016 al participar en un anticipado desayuno del Camarilla Corripio.
Era lunes, no un habitual miércoles, cuando Mojica llegó a la San Martín 236 para dejarnos una escarmiento -inolvidable- de vida: a través de sus palabras, corroboradas con el ejemplo, mostró lo que deberían ser la sociedad y la política.
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Aquel día lo escuchamos advirtiendo sobre el impacto del realismo, quejándose de que “estamos inventando cosas para que las consuman los sectores de las sociedades que tienen más poder adquisitivo, comprar carros, teléfonos, de todo, es lo único que importa”; y pidiéndole a quienes quieran hacerse de caudal que se dediquen a ello, no a la política.
“La política no es una profesión, sino una pasión creadora que lucha por la suerte, por la convivencia mejorada permanente de la sociedad”, sostuvo.
Y agregó: “si la sociedad vende la idea de que tener éxito y triunfar en la vida es tener plata fuere como fuere, el global de la familia va a pretender de tener plata para corromperse en la política”, dijo resaltando que el egoísmo tan extremo nos está matando. A casi diez primaveras de esa encuentro su discurso sigue válido. Seguimos igual.