
Por Abril Peña
El 14 de abril de 2025 no fue un día cualquiera. Fue un día de esos que marcan un antiguamente y un a posteriori. Por primera vez en más de sesenta primaveras, una representación espacial tripulada exclusivamente por mujeres despegó rumbo al espacio. La correr, liderada por la empresa Blue Origin, no solo suma un nuevo capítulo a la carrera espacial comercial, sino que lanceta un mensaje potente: las mujeres no solo observan las estrellas, asimismo las alcanzan.
Una Tripulación de Categoría
La representación NS-31 partió desde el Launch Site One, en el oeste de Texas, a las 8:30 a.m. (hora central). A borde de la nave New Shepard viajaban seis mujeres excepcionales, distintas entre sí, pero unidas por un propósito global: demostrar que el espacio asimismo tiene rostro femíneo.
Lauren Sánchez, periodista, piloto y pareja de Jeff Bezos, fue quien lideró la conformación del equipo. Buscó mujeres que estuvieran cambiando el mundo desde distintos frentes.


Katy Perry, cantante y proselitista, llevó una margarita en honor a su hija Daisy y al regresar besó el suelo entre lágrimas, agradeciendo el privilegio de la experiencia.


Aisha Bowe, ingeniera aeroespacial y ex científica de la NASA, hizo historia como la primera persona de ascendencia bahameña en alucinar al espacio. A borde, llevó postales de estudiantes de todo el mundo y realizó experimentos sobre biología vegetal y fisiología humana.




Amanda Nguyen, proselitista por los derechos civiles y nominada al Nobel de la Paz, dio uno de los mensajes más poderosos del día: “Quiero que cada sobreviviente y cada persona que haya tenido un sueño postergado sepa que sus sueños son válidos”.


Gayle King, periodista de CBS, venció su miedo a volatilizarse y al igual que Perry, se arrodilló para acariciar la Tierra al retornar. Describió el delirio como “un revoloteo auténtico, no un paseo”.


Kerianne Flynn, productora de televisión y gestora cultural, aportó una ojeada creativa al esquema, con una trayectoria ligada al arte, los espacios públicos y la comunicación.


Juntas cruzaron la bisectriz de Kármán, ese periferia invisible que separa la medio del espacio, a unos 100 km de cima. Lo que vivieron en esos 11 minutos quedará para siempre en la historia.
No fue solo un paseo
La representación NS-31 es la primera tripulación 100% femenina desde que Valentina Tereshkova, en 1963, despegara sola como cosmonauta soviética. Aquel revoloteo duró tres días. El de ahora, escasamente unos minutos. Pero no por eso fue menos impactante. Durante el trayecto, la cápsula alcanzó 106 kilómetros de cota. Las astronautas vivieron aproximadamente tres minutos de ingravidez. Miraron la Tierra desde el silencio total del espacio y contemplaron la vitral suspendida sobre un Paraíso indignado invariable.
“Vi la Tierra… y luego todo era completamente indignado. Pudimos ver la vitral en completa oscuridad. Luego miras alrededor de la Tierra… y es como una dije”, describió Lauren Sánchez con los fanales aún húmedos en la rueda de prensa posterior.
El cohete New Shepard, reutilizable y controlado, logró un aterrizaje derecho consumado. La cápsula descendió con paracaídas y aterrizó suavemente en el desierto tejano. Las ventanas panorámicas —las más grandes de cualquier nave espacial operativa— regalaron una horizonte privilegiada del planeta.


Lo técnico no opaca lo simbólico
Desde 2021, Blue Origin ha llevado a 58 personas al espacio. Algunas famosas, como William Shatner o Michael Strahan. Esta vez, la historia fue distinta: todas mujeres, todas referentes en sus áreas. Y aunque se ha hablado mucho del costo crematístico (no revelado oficialmente pero estimado en varios millones), la respuesta de las protagonistas fue clara.
“Quisiera que quienes critican esta representación leyeran los mensajes que he recibido de niñas de todo el mundo”, dijo Aisha Bowe, desmontando la novelística del “delirio de vanidad”. Porque más allá del marketing, del espectáculo o de los nombres mediáticos, lo vivido a borde de esta cápsula es profundamente humano y transformador.
Un precedente poderoso
Hasta hoy, solo el 14% de los astronautas han sido mujeres. La signo palabra por sí sola. Por eso este revoloteo importa. Porque representa lo que todavía errata. Porque visibiliza a quienes muchas veces han estado fuera del relato investigador. Porque normaliza lo que debería ser norma y no excepción: que las niñas sueñen, se preparen y lleguen allá. Al espacio si quieren. A donde sea.
En redes sociales, el hashtag #MujeresQueInspiran se viralizó rápidamente. No fue solo tendencia. Fue emoción colectiva.
Más allá del delirio
Blue Origin, creada por Jeff Bezos en el año 2000, puesta por democratizar el paso al espacio. Encima del software New Shepard, trabaja en el cohete orbital New Glenn (ya arrojado este 2025) y en la época orbital Blue Moon. Pero esta representación femenina trasciende los planes empresariales. Es un mensaje en sí misma.
“Este es solo el eclosión. Queremos que las niñas de todo el mundo sepan que pueden demorar tan detención como sus sueños las lleven”, dijo Sánchez al cerrar la conferencia. Y tenía razón. No es solo una frase bonita. Es un faro.
Mirando alrededor de en lo alto… y alrededor de delante
En tiempos de crisis climática, escasez de medios y desafíos globales, la exploración espacial ofrece nuevas posibilidades. Pero asimismo plantea una exigencia ética: que ese futuro se construya con todos y todas.
La representación del 14 de abril de 2025 no es solo un delirio. Es una afirmación. El espacio no tiene naturaleza. Y el futuro, si ha de ser sostenible, necesita más que nunca de mujeres a borde.