
Por violencia
Las más de 1,600 personas que según organismos internacionales han muerto en los últimos tres meses en Haití y el incremento de la violencia protagonizada por las pandillas han determinado que el Gobierno, en un acto desesperado, declare el estado de emergencia durante los próximos 90 días.
El Gobierno dice que con la medida podrá disponer de medios adecuados y eficaces para aguantar a límite sus intervenciones y operaciones en mejores condiciones.
Cada vez más arrinconado, el Consejo Presidencial de Transición no tiene la intención de dejarse llevar sus funciones sin resistir con las medidas a su valor.
Sin incautación, no parece que el estado de excepción tenga mucho intención frente a la ola sangrienta con que los pandilleros ganan contorno.
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Los organismos internacionales aseguran que las bandas, que han incendiado hospitales, tomado cárceles y atacado medios periodísticos, controlan más o menos de un 80 % de la hacienda.
El estado de emergencia no pasa de un formulismo para retener las apariencias frente a la comunidad internacional puesto que en Haití las ejecuciones de los pandilleros están a la orden del día. Las tropas internacionales lideradas por Kenia no han podido doblegar a los grupos armados para restablecer la seguridad y la gobernabilidad en la nación.
Las perspectivas son sombrías. Como pintan los acontecimientos no se descarta que los pandilleros puedan incluso presionar a las autoridades a apañarse refugio en cualquier motivo para liberar la vida.