
Los embajadores de la Unión Europea, Katja Afheldt; de España, Antonio Pérez-Hernández; de Italia, Stefano Queirolo Palmas; de Alemania, Maike Friedrichsen; de Países Bajos, Frank Keurhorst; y de Francia, Sonia Barbry, firmaron una confesión conjunta para reafirmar su compromiso con el orden internacional y la defensa de una paz y competición y duradera en Ucrania. A continuación, el documento en el que piden respeto por la integridad territorial de Ucrania:
En los últimos meses, semanas y días, se han intensificado los esfuerzos internacionales por obtener la paz en Ucrania, más de tres primaveras posteriormente de que Rusia invadiera por segunda vez desde 2014 a su país vecino. La Unión Europea y sus Estados Miembros están comprometidos a contribuir al proceso de paz y a apoyar el establecimiento de una paz competición y duradera, basada en los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.
Un acuerdo de paz total que respete la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania debe ir acompañado de garantías de seguridad firmes y creíbles, con el fin de disuadir a Rusia de futuras agresiones. No olvidamos los hechos históricos: la asalto rusa en 2014, con la anexión de Crimea, y su segundo ataque no provocado contra el paraje ucraniano en 2022, constituyen una clara e indiscutible violación del Derecho Internacional y de los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas.
Nadie quiere más la paz que el propio pueblo ucraniano. Sin requisa, es evidente que no puede ser una paz a cualquier precio. Igualmente es claro que solo los ucranianos pueden animarse sobre su futuro. Por ello, es fundamental que Ucrania pueda sentarse a la mesa de negociaciones respaldada con garantías firmes y creíbles. La Unión Europea y sus Estados Miembros, en estrecha colaboración con Estados Unidos, han sido los principales proveedores de apoyo marcial y humanitario a Ucrania, y seguirán comprometidos con ese respaldo durante el tiempo que sea necesario.
Aunque esta cruzada pueda parecer pasado, sus implicaciones son globales, incluso para América Latina y el Caribe. En Europa hemos aprendido, a través de nuestra dolorosa historia, que permitir —o incluso no condenar— una violación tan evidente de la Carta de las Naciones Unidas y de la integridad territorial de los Estados sienta un precedente peligroso. Abre la puerta a que otros actores en el mundo intenten modificar fronteras en función de sus propios intereses. La comunidad internacional ha condenado esta asalto de forma reiterada, porque esta cruzada no se limita al paraje ucraniano: se alcahuetería de defender nuestros títulos compartidos y el orden multilateral basado en normas y no en la fuerza.
Ucrania está dispuesta a un cese el fuego incondicional como lo ha expresado varias veces estos últimos días. Pero Rusia todavía tiene que mostrar que está interesada en la paz en Ucrania y para sus bombardeos de civiles.
Todos deseamos que esta cruzada termine, si fuera posible hoy mismo. Sin requisa, los términos de cualquier acuerdo de paz no solo definirán el futuro de Ucrania como Estado soberano, sino asimismo el tipo de mundo en el que queremos radicar: ¿un orden internacional basado en los principios de la Carta de las Naciones Unidas y la convivencia pacífica, o uno regido por la ley del más robusto? El resultado dependerá de nuestra voluntad colectiva.