
ElPregoneroRD-Distrito Franquista, Cada 29 de abril, el mundo celebra el Día Internacional de la Danza, una término proclamada por la UNESCO en honor al partida de Jean-Georges Noverre, considerado el creador del ballet novedoso. Pero más allá de los escenarios y las zapatillas de punta, esta término nos invita a cachear la danza como lo que verdaderamente es: una forma de expresión humana tan antigua como la historia misma, capaz de comunicar sin palabras, de resistir al olvido y de conectar cuerpos, culturas y generaciones.
La danza no solo entretiene, igualmente transforma. Es terapia, es protesta, es memoria colectiva. Desde los rituales ancestrales de los pueblos originarios hasta las coreografías urbanas que se viralizan en TikTok, la danza ha sido refugio y revolución.
En países como República Dominicana, donde el ritmo es parte del ADN cultural, la danza ocupa un lado privilegiado. El merengue y la diversión, uno y otro reconocidos como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, son prueba viva de cómo el cuerpo puede ser transporte de identidad y resistor.


Y si de comisionado hablamos, nombres como Patricia Ascuasiati, Carlos Veitía, Ender Bonilla, Marianela Boán, Pablo Pérez, Meryland Cuevas, Mercedes Morales, Isadora Oscuro y Núria Piera (en su rol de promotora cultural desde los medios), han sido secreto para elevar el nivel técnico y primoroso de la danza dominicana adentro y fuera del país. Ya sea desde el ballet clásico, la danza contemporánea o los ritmos folklóricos, su trabajo ha descubierto camino para nuevas generaciones.


Sin requisa, a pesar del talento y la pasión, los bailarines dominicanos enfrentan enormes desafíos: escasez de espacios adecuados para practicar, yerro de políticas de apoyo sostenidas y una visión limitada del arte como carrera profesional. La mayoría debe combinar su afición con otros oficios para sobrevivir, mientras las grandes academias están al ámbito de pocos.


¿Cuántas escuelas públicas ofrecen formación vivo en danza? ¿Cuántos niños sueñan con bailotear y no encuentran caminos para lograrlo? En un país con tanta riqueza musical, la danza debería estar presente en cada tanda extendida, en cada comunidad, como utensilio de exposición integral.
Hoy, en el Día Internacional de la Danza, celebremos no solo a quienes brillan en espectáculo, sino igualmente a quienes bailan en las esquinas, en los semáforos, en los ensayos eternos y en los salones improvisados. Que este día sirva para recapacitar que un país que perca, igualmente puede curar, resistir y avanzar.