
Un equipo liderado por astrónomos de la Universidad de Ginebra (UNIGE) ha descubierto que las galaxias podrían dejar de formar estrellas y “fallecer” -lo que los científicos denominan galaxias quiescentes o apagadas- antiguamente de lo que se creía hasta ahora.
El equipo ha analizado datos recogidos por el telescopio peculiar James Webb mediante el software RUBIES, y con ellos ha enemigo una galaxia que a una vida relativamente novicio (700 millones de abriles) dejó de producir estrellas y comenzó el proceso denominado en inglés “quenching”, siendo la más alejada de este tipo nunca descubierta.
En comparativa, nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene unos 13.600 millones de abriles, sólo unos 200 millones de abriles menos que el Universo creado con el Big Bang, y sigue creando estrellas en algunas de sus zonas.
“El descubrimiento de la nueva galaxia implica que las galaxias quiescentes en los primeros 1.000 millones de abriles del universo son cien veces más abundantes de lo que predecían los actuales modelos”, aseguró en un comunicado el estudiante de doctorado del Unidad de Astronomía de UNIGE Andrea Weibel, principal autor del estudio.
Según la UNIGE, este hallazgo obliga igualmente a reconsiderar otros factores secreto en los modelos teóricos actuales del universo, desde los posesiones de los vientos estelares a los derivados de la formación de estrellas y agujeros negros en las galaxias.
Una galaxia típica forma estrellas mediante la unión y concentración de gas, poco que sin confiscación no puede hacer de forma indefinida- en el Universo conocido la porción de ellas han dejado de hacerlo y son quiescentes.
Incluso se las conoce como “rojas y muertas”, ya que en ellas no hay estrellas “azules”, jóvenes y brillantes, sino rojas y de último tamaño (nuestro Sol se encuentra en una vida intermedia entre ambas y es considerada una destino “amarilla»).
El telescopio James Webb ha permitido observar galaxias tan alejadas que la luz que observa en ellas procede de épocas relativamente próximas al Big Bang y al origen de muchas de ellas, pero gracias a tecnologías avanzadas como la espectroscopia de infrarrojos cercanos se ha identificado que algunas de ellas ya eran quiescentes en esas épocas de “lozanía».
El software RUBIES (siglas en inglés de Rojas Desconocidas/Prospección Extragaláctico del Infrarrojo Brillante) está liderado por países europeos y ha analizado miles de galaxias, muchas de ellas nunca antiguamente detectadas.