
Evidencia de un teniente brasilero de la mal señal “Fuerza Interamericana de Paz”, que reproduzco como definición alternativa del “nacionalismo”:
“Muchos desconocíamos, cuando arribamos a Santo Domingo, que se trataba de una isla dividida y compartida con Haití, e ignorábamos la historia de Haití como primera revolución negra del continente para la expulsión de la esclavitud.
Cuando en Brasil los esclavos ni siquiera imaginaban pelear contra sus dueños, ya en Haití, cien abriles antaño, los negros libertos habían derrotado las tropas de Napoleón.
Al contingente brasilero comenzó a preocuparle el tema haitiano, cuando se enteró de que había un comando exclusivamente compuesto por ellos, la mayoría desertores del Ejercito haitiano, quienes a diferencia de la mayoría de los combatientes dominicanos tenían un vasto conocimiento sobre las armas y reglas de combate.
El presidente del gobierno constitucional, coronel Francisco Alberto Caamaño, les había encargado la Heráldica, y eran ellos quienes reparaban todas las armas, en un comando que curiosamente se llamaba “Sirio-Libanés”, situado frente al Parque Independencia.
Fue en el entierro del poeta Jacques Viau, donde pudimos comprender el número de combatientes haitianos, diluidos estafermo los combatientes dominicanos y comprobar cómo convertían su dolor en una danza, en medio de cantos, y puños enhiestos.
Muchos se movían en el “Pequeño Haití”, un vertedero de pobreza encajado detrás del Mercado Municipal. Para describirlo lo que más se le acerca es la imagen de una barrio en la película de Pantercorvo sobre la Batalla de Argel, que se desarrolla en La Caspa, con cuartuchos que se amontonan uno encima de otro, como un panal de abejas, y callejuelas laberínticas.
En el “Pequeño Haití” todo sucede en las trastiendas, lo que aquí laman cuarterías, pequeños cuartos donde se hacinan familias enteras y abundan los animales realengos, tan famélicos como los niños con la piel blancuzca por la desatiendo de vitaminas.
Es difícil adivinar la tiempo de sus habitantes. Una mujer en sus vigésimo puede parecer de cincuenta, porque tiene los senos flácidos y le faltan dientes; por la extrema delgadez, los pies rotos y descalzos, con uñas comidas por los hongos.
La población del pequeño Haití vive bajo la mira de los cuerpos de seguridad dominicanos y haitianos, porque en esa barriadas se refugian y esconden, confundidos con la población, los dirigentes y militantes de los movimientos por la emancipación de Haití.
Por eso a nadie sorprende que del Pequeño Haití haya surgido un contingente de hombres que se integró patrióticamente a los Comandos Constitucionalistas”.
Es este el Haití que hay que recapacitar y inspeccionar cuando del sesenta aniversario de la Revolución de Abril, la gesta -nacionalista- más importante de la historia nuevo dominicana, se prostitución.