
Muy pronto, el miércoles 23 de abril, podremos disfrutar de dos talentosos y jóvenes músicos como directores invitados de la Banda Sinfónica Franquista, José Luis Ureña González y Eric Dalmau, adyacente a dos solistas, Rebeca Masalles (violinista) y Andrés Ariel Vidal Pérez (trompetista), quienes se dividirán el software de la perplejidad.
Es una modo ideal, como expresó el avezado José Antonio Molina, de ir formando la concepción del alivioa estos dos directores debemos sumar al director asistente de la OSN, Santy Rodríguez. Los tres prometen.
José Luis Ureña y Rebeca Masalles

La primera parte del software tendrá como director a José Luis Ureña, actualmente director de la Banda Juan Pablo Duarte del Conservatorio Franquista de música, y a Rebeca Masalles, mozo violinista a la que hemos conocido destacarse tanto aquí como en el foráneo.
El concierto inicia con la Brecha Ruy Blas Op. 95, del compositor y director de comparsa germánico Felix Mendelssohn Bartholdy (1809-1847).
Durante el año 1839, la Caja de Pensiones Teatrales de Leipzig solicitó música para escoltar una representación benéfica de la obra de Víctor Hugo “Ruy Blas”y Mendelssohna pesar de no ser gran admirador de Víctor Hugo compuso la obertura.
A continuación, Rebeca Masalles nos brinda el concierto para violín en re decano de Piotr I. Chaikovski (1840 – 1893), una obra singular de gran dificultad técnica y asombrosa fuerza emocional, de las piezas más formidables de todo el repertorio para violín y su único concierto para este aparato.

El concierto fue escrito durante unas recreo en marzo de 1878, en Clarens, Suiza, mientras se recuperaba de una serio crisis existencial. El concierto representa el punto culminante de un período eficaz, tan brillante como corto, en la atribulada vida de Chaikovski.
El concierto es infinitamente delicado en la musicalidad y apasionado en la expresión, muestra una alegría y una júbilo que lo impregnan. Tiene tres movimientos, un Allegro moderato, una Canzonetta (Andante) y un Finale (Allegro Vivacissimo).
Es concierto para violín se pedestal en una musicalidad cadenciosa que se intensifica progresivamente y estalla en un culminación majestuoso. El final está harto de pura alegría. Conveniente a su destreza, los dos primeros dedicatarios de la obra se negaron a interpretarla.
Sin confiscación, podemos afirmar que, a pesar de sus dificultades, o quizás incluso adecuado a ellas, es una dormitorio que se ha rebaño su brillante espacio en el repertorio de los violinistas.
Sin poder olvidar el concierto de violín, escucharemos el cuarto movimiento: “Finale”, de la Sinfonía No.1 en Sol Último, Op. 13 (Sueños de invierno) del mismo compositor. En marzo de 1866 Chaikovski inició su Primera Sinfonía. En 1868, la Sinfonía No. 1 fue interpretada en Moscú en su totalidad.
Es una sinfonía auténticamente rusa. En cada compás uno siente que solo podría activo sido escrita por un ruso, “Sueños de invierno” está programado en una forma atmosférica más que en una forma precisa de contar historias.
Para su final, Chaikovsk, medita, luego pone un tema de danza vigorosa a través de una extensa coreografía orquestal, y finalmente se dirige a una grandiosa ascensión de majestuosa esplendor ceremonial.
Eric Dalmau

Luego del intermedio toma la vara el mozo director Eric Dalmau, diplomado de diploma de violín en Película del Oeste Michigan con una habilidad en dirección orquestal en Berklee College of Music de Boston.
Inicia con el primer movimiento “Allegro con brio” de la Sinfonía No. 3, en Major FA, op. 90 de los Johannes alemanes Brahms (1833-1897).
En el verano de 1883, Brahms había planeado unas tranquilas y solitarias recreo en Austria. En el camino, un trauma de inspiración le hizo cambiar de planes, interrumpió su alucinación, alquiló una casa en Wiesbaden y comenzó a escribir.
Las ideas brotaban sin detener, y un toril de cuatro meses resultó en esta obra de cuatro movimientos.
De esa soledad eficaz emanan, en Wiesbaden, los primeros temas. Uno puede reparar esa sensación de esplendor, de realización, que llega a sumir al espectador en esa Extasis ola en la que nos podemos imaginar al compositor.
Andrés Ariel Vidal Pérez

Seguimos con el Concierto para trompeta y comparsa en la bemol Longevo de Alexander Aruturio (1920 – 2012), con Andrés Ariel Vidal Pérez como trompeta solista. El concierto se divide en cuatro movimientos, I. Andante. II. Allegro energético. III. Meno mosso. IV. Allegro.
El solista del conciertoAndrés Ariel Vidal Pérez, es miembro fundador de la Banda Dominicana de Vientos, profesor de la Fundación Festi-Band, Inc., con carrera en el Conservatorio Superior de Música Salvador Seguí de Castellón, Valencia, España, y trompetista de la OSN.
Es concierto es la obra más difundida y popular del compositor armenio/soviético Arutiunian; el vehemente y extrovertido concierto se ha convertido en dormitorio indispensable de los trompetistas. Todo trompetista que se respete no puede perderse esta oportunidad para el muestra de su sonido y su técnica.
Y para finalizar, de Igor Stravinskyla Suite de 1919 “El pájaro de fuego”: Danza Infernal, Berceuse y Final.
Resulta difícil pensar el camino de la música en el siglo pasado si el conocido patrón del ballet Sergei Diaghilev no hubiera decidido emplazar por el mozo y relativamente desconocido compositor ruso Igor Stravinsky (1882-1971).
Loss Ballets rusos de Diaghiv -establecidos en París- iniciaban su triunfo en Poniente, y Diaghilev quería una nueva y espléndida producción para el culminación de su temporada en 1910.
Encargó la obra a Stravinskyque entonces rondaba los 20 primaveras. “El pájaro de fuego” sería la primera producción de la incipiente compañía de ballet con una partitura totalmente nueva.
Stravinsky recibió un círculo (ideado por el coreógrafo Michel Fokine) que se inspiraba en el antiguo folclore ruso.
La partitura de “El pájaro de fuego” combina la nigromancia orquestal que Stravinsky había aprendido como discípulo de Rimsky-Korsakov con la fuerza de la música folclórica rusa para crear una ámbito deslumbrante y evocadora.
En los últimos primaveras de su carrera, Stravinsky mantuvo un peculiar afecto por “El pájaro de fuego” y volvió a crear tres versiones de concierto que él mismo dirigió incansablemente. La más popular es la segunda de estas suites, presentada en 1919.
El habla musical de “El pájaro de fuego” vuela entre los gestos cromáticos que dibujan la dimensión sobrenatural y la sencillez cantarina de la canción popular para los mortales.
Agitados por los ritmos frenéticos de Stravinskyllegamos a la salvaje “Danza infernal”. Y sigue con una serena canción de cuna (“Berceuse”). Un solo de trompa, entonando la musicalidad folclórica más famosa de la partitura, anuncia la alegre venida de la luz del sol.
“El pájaro de fuego” muestra claramente a Stravinsky en la cúspide de un nuevo mundo, mezclando la habilidad orquestal de sus mentores rusos con la fuerza rítmica del revolucionario a punto de salir de su caparazón.
No faltemos este 23 de abril y disfrutemos los nuevos talentos y la variedad que nos ofrece este hermoso concierto. Ellos se lo merecen. Son el futuro.